Compañeros de piso.

Eso si que es una lotería. A mi me ha pasado de todo, pero de todo. Acá pondré algunas de las anécdotas, pero es que no hay teclas en el mundo para escribir todas. Un año me tocó vivir con dos locas, por supuesto solo soporté un mes.

 Por aquel entonces me gustaba un chico que vivía lejos y nuestra forma de comunicarnos era por internet. Bueno, un día se meten en mi habitación y casi me obligan a cortar la relación que tenía con aquel chico por completo, me prohibían pasar tanto tiempo en internet y me obligaban hacer mas vida comunitaria. Un día llegaron a forzar la puerta para ver si estaba conectada en internet, que lo estaba, por cierto. A lo que me volví loca a discutir con ellas y me miraban como si me faltara algo, en serio, una locura. La verdad que las dos estaban piradas, pero una especialmente. Un día se mete en mi cuarto a darme lecciones de vida, y veo que hace algo raro con papel de albal y un mechero, a lo que tuerzo la cabeza y... ¡SE ESTÁ FUMANDO UN CHINO! ¡EN MI HABITACIÓN! Yo no daba crédito. Jajajaja. Es que estaba tocadísima, pero es que lo de esa chica era de juzgado de guardia. Un día me pica a la puerta, abro y la veo en bolas, en medio del pasillo con un cigarro en la boca, preguntando que si le podía dejar unas bragas; mientras yo la miraba fijamente a los ojos pensando, “Siempre asumí que eras de las que te rasurabas el chumino, pero asumo que no” Después atónita, le regalé unas bragas y me puse a mirar a la pared durante 3 horas en trance. Me compré un esponja natural, muy mona, y muy mía y personal. La dejé en la ducha e hice mi vida ese día, pero cuando llego a casa y voy al baño, veo que la esponja está estrenada, mojada y con jabón. ¡La habían usado! Entonces un demonio se apoderó de mi, y me fui directa a la cocina para decir (conste que era mentira) cito palabras textuales: “Chicas, tened cuidado con mis cosas porque tengo hongos vaginales y son súper contagiosos” A lo que en mi rostro se dibujó un “Fuck Yea”